URGE UNA DESCOLONIZACIÓN AGRARIA: por Susana Dijksma

 

La pugna por superar la desigualdad, y los intereses particulares, por las expansión y explotación de las tierras, pueden ser la base precaria de la violencia, siendo el estado un mediador, en los procesos de legitimación histórica, para pacificar estos conflictos, afirmando o negando los derechos, para los diversos actores sociales que están en conflicto. Estas estructuras de propiedad, tienen su origen histórico en las guerras de guerrilla local o generalizado en el siglo pasado y en el periodo de violencia política y social que estalló abiertamente, luego de medio siglo de conflictos, entre 1946 y 1966, en todo el territorio colombiano. La colonización de tierras marginales en amazonia y Orinoquia, la presión de los campesinos andinos por acceder a más tierra y recursos productivo, y posteriormente el conflicto abierto entre propietarios y campesinos sin tierra. Esto fue el escenario para una reforma agraria de tenencia de la tierra. 


Para la configuración histórica de las estructuras agrarias regionales, debemos situarnos desde la conquista española. El mestizaje indígena, españoles pobres y africanos, se replegaron a distintas zonas, haciendo pueblos de indios, lo cual consolidó una ocupación campesina minifundista en las tierras marginales de los altiplanos y montañas del país. También hay un segundo proceso: la expansión de la hacienda de la costa atlántica y de los valles interandinos, mediante la ocupación violenta de tierras indígenas cono ganadería, que sirvieron para alimentar a esclavos de la mina de oro. Una de las constante guerras civiles del siglo XIX fue la asignación estatal de la propiedad a los llamados “baldíos nacionales” a los militares vencedores, esta figura se conoce como otorgamiento de botines de guerra.


A comienzo de los setentas se selló en un pacto entre los partidos tradicionales, para impedir el desdoblamiento de la movilización política en revolución social, al parecer síntomas de organización horizontal en torno a intereses de clase. También la revolución cubana de 1959 fue un factor externo, que estimuló la agitación campesina, y también los temores por parte del estado a una insurgencia y no menos importante la intervención de estados unidos, para facilitar la penetración del capitalismo. La reforma, fue un proceso estratégico liderado por el estado, que eleva los niveles de confrontación entre campesinos y propietarios y se dirige supuestamente a transformar las condiciones de acceso a los recursos, para equilibrar la estructura global del país.


En ocasiones el estado actúa a veces como agente de modernización y desarrollo, aliado a grupos estratégicos de la población, y a veces como árbitro que interviene en los conflictos y procura resolverlos. La inoperancia de los gobiernos y los marcos institucionales, en el sector campesino, el cierre de las vías gremiales de organización y la represión sistemática de sus actividades ha facilitado el desdoblamiento de la energía colectiva hacia el conflicto armado.


¡Descolonización agraria, ya! 


Susana Dijksma

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