Yesenia Arce - desde Costa Rica

 


Y te besé la boca. Si la boca. No como se besan los comunes, sino como besan los locos, de a bocanadas. Como a gritos, desbordando cascadas de pasiones escondidas, dormidas. Adormiladas... Letárgicas de años de silencios, de secretos, de mudeces - besos que se volvieron muecas -  y hoy en tu boca, que es mi boca fueron manantial de risa, de ensueño, de llanto. De almas que se confunden sin rozarse, sin tocarse, sin aliento. No tuve necesidad de besarte como los comunes. Yo te bese desde adentro, así como la savia viaja dentro del tronco del árbol y lo alimenta, así te alcanzó mi beso… Mientras dormías te desperté, mientras callabas te susurré, mientras te embelesabas en un sueño taciturno, ese beso con el viento te alcanzaba, te poseía, te amaba, te hacía mío. ¡Y claro! Al despertar del largo sueño lo sentiste, te acercaste, dibujaste valles y colinas en mi silueta, te confundiste, me amaste como las locas olas del mar a la ribera. Y con su encanto la rodeaba y la bañaba de espuma, desde sus orillas que al amanecer se levantaba majestuosa entre la arena. ¡Me miraste, te miré! ¡Sí!, nos miramos, mutuamente nos encontramos en perfecta sincronía, en la hora matutina en que la luz, ni es noche ni es día. Y justo allí nos besamos, nos confundimos, sien a sien nos poseímos, y dejé de ser noche para ser tu día y tú la luz que amanecía en la obscura silueta de la luna.

 

 

Yesenia Arce.

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